jueves, 1 de diciembre de 2011

Adviento

 

En aquellas mañanas de invierno estrenado antes de tiempo, al oír la voz de la madre que me llamaba a levantarme, abría un ojo y la pereza me dominaba. Un ratito más entre las sábanas calentitas… la calefacción no se encendía hasta las 11 de la mañana y la casa estaba muy fría al amanecer. Pero aquella vez me asaltó una fecha: 1º de diciembre. El camino hacia la Navidad se había iniciado, tiñendo el cielo madrileño de un azul aún más profundo si cabe, haciendo las luces nocturnas más intensas, y toda la ciudad, el barrio, la casa, tenían de repente otro color, el de la fantasía y la magia.

En esos despertares donde el encanto le ganaba el pulso a la rutina, salía de un brinco de la cama y me acercaba hasta el calendario de cartón adornado con una imagen navideña que era muy parecida año tras año, y que a mí me parecía nueva y a la vez conocida, una imagen tan familiar y tranquilizadora como la del propio hogar. Cada día de diciembre podía abrir una ventanita, y sólo una, hasta llegar a la ventana del 24, que era más grande que las otras y ocupaba un lugar central. Yo sabía que esa imagen representaría un nacimiento, como todos los años, pero abrirla era un acto solemne, de culminación de un camino, y de confirmación de la fiesta que se acercaba. Y cada mañana, me deleitaba al descubrir qué imagen me deparaba el día: unas campanitas, un arbolito de Navidad, una rama de acebo, un pastorcito, un pájaro en la nieve. Era sólo eso, una simple imagen, no había un caramelo, ni un chocolate, ni una pegatina, solamente esa imagen escondida…pero para mi era un regalo muy especial. 

Hoy me encuentro, en esta primera mañana de diciembre, en el Hemisferio Sur. Los días son más cálidos, no más fríos, y la luz del día más intensa y duradera que la del mes anterior. Nada hay en mi entorno que me evoque los recuerdos asociados a esta fecha, salvo una palabra: adviento. Hoy mis hijos recibirán un calendario donde cada día esconde un pequeño regalo, no una imagen. Pero a mí me gustaría comenzar mis mañanas de diciembre con ganas de abrir una ventanita que descubra cuál será mi imagen del día, qué sorpresa me está reservada: ¿será un rayo de sol sobre el lago, o una nueva flor en el jardín?, o quizás el rostro de un amigo del que hace tiempo que no sé nada y de repente me escribe? Creo que para mí este año el adviento será sobre todo esto, estar atenta a descubrir cuál es la imagen escondida del día, y mantener esa predisposición de curiosidad, asombro y alegría que tenía cuando me despertaba en un piso frío de Madrid y me acercaba a abrir las ventanitas de mi calendario…

5 comentarios:

  1. Como siempre, muy lindo, muy sentido y muy cierto...gracias por compartir con nosotros esos caminos de la mente y el corazon...

    besos, Bubu

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  2. Estimada Virgina!
    Si te digo que ayer me acordaba de uds, me creerías? Sí, sí y hoy tu comentario estaba en mi blog.
    Gracias por tus palabras, trato de darle hondura a las pequeñas cosas y encontré en el blog un espacio nuevo, la palabra escrita nunca fue mi fuerte y ahí están, cada tanto se ordenan para ayudarme a contar, expresar y definitivamente para sanar, tantas cosas!!
    El adviento es un hermosísimo tiempo litúrgico. Este domingo el cura, que es amigo, explicaba el signo de la corona conformada por 5 velas que serán prendidas una cada domingo hasta la navidad. Este es un signo del hemisferio norte, ya que la luz es muy ansiada para esta parte del año. Repartieron una frase para rezar juntos mientras encendíamos la 1er vela que dice así:
    “Encendemos, Seños, esta luz, como aquél que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene”
    Saludos a Bubu, su poesías me hiceron emocionar!!
    Cariños
    Vale

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  3. Hola Vale! Gracias por tu comentario. Claro que te creo, hace tiempo que me creo en la sincronicidad :)
    Coincido en todo lo que dices: el poder sanador de la escritura, y la magia de este momento que vivimos. Mis hijos van a un colegio alemán y tenemos incorporada la tradición de la corona de adviento y la vela que se enciende cada domingo, una hermosa práctica. Muchas gracias por tu aporte y enhorabuena por tu blog! Abrazos Virginia

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  4. Estpy disléxica hoy... quise decir "Hace tiempo que creo en la sincronicidad"! Sabrán disculpar...;)

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