miércoles, 14 de diciembre de 2011

El Polo Sur o Tocar la Nada




Hoy se cumplen 100 años de la llegada del primer ser humano al Polo Sur. Sólo 100 años. En la historia de la humanidad 100 años son apenas un abrir y cerrar de ojos. Imagino la existencia de esa gran extensión de hielo y viento, tan solo habitada por algunos pingüinos, durante siglos y siglos, ignorados por el hombre, tierra inhóspita y virgen. Imagino el silencio atravesado por las batidas feroces del viento desbocado, imparable. La oscuridad de la larga noche del invierno polar, interrumpida por la magia de la Aurora Austral, sin ningún espectador que pudiera admirarlo y contarlo transformándolo en arte humano.



¿Por qué será que los hombres tienen esa necesidad urgente de explorar, de llegar a donde nadie ha llegado antes? Más allá de la necesidad de conocimiento, de acumular información, se me ocurre que debe haber algo irresistible en la experiencia de ser el primero que pone el pie en territorio virgen. En nuestra visión antropocéntrica del mundo, la tierra no tocada por el hombre no existe. Al conocerla, le damos un nombre, una descripción y una existencia. Lo conozco, y ahora ES. Antes de eso, es sólo un concepto, un “algo”, que nadie antes vio, y por lo tanto, es algo pero es nada al mismo tiempo, porque no lo podemos ver. Poner el pie en ese lugar inédito es como tocar la nada, el vacío. El explorador sabe que una vez que haya logrado estrenar el lugar, ya no será la nada, sino que pasará a formar parte del mundo conocido, explorado, y habrá que buscar un nuevo desafío. Pero ese anhelo, el anhelo de tocar la nada y poner todo su empeño en logarlo, contra viento y marea, es lo que mueve su vida.



Me fascina esa curiosidad inquieta e insaciable que creo todas las personas tenemos, pero que sólo los grandes expedicionarios se animan a llevar como bandera hasta las últimas consecuencias, hasta dejar su vida en ello. Me gusta pensar que la nada, la tierra indómita, está al alcance de la mano. Está en todas partes porque nunca sabemos a ciencia cierta qué pasará a continuación, cómo se desarrollará la experiencia. El mundo se crea a sí mismo constantemente, está en cambio permanente. Puedo pensar que la nada está constantemente generando todo lo que se presenta ante nuestros ojos. Los cierro un momento, y antes de abrirlos, imagino que soy Amundsen poniendo su bandera en la vastedad helada del polo…

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